domingo, 1 de mayo de 2011

HOMBRES MALTRATADOS

Vaya desde las páginas de este libro nuestra más absoluta condena de los malos tratos que infinidad de hombres inflingen a las mujeres. Palizas, asesinatos, desprecios a la mujer, violaciones, y todo tipo de comportamientos similares hacia la esposa, novia, o hija, merece nuestro más firme rechazo y la intervención contundente de la ley.

Pero una postura totalmente en contra de lo anterior no debe impedir que veamos y critiquemos algo que socialmente apenas es reconocido: los malos tratos, generalmente psicológicos, que algunas mujeres inflingen a sus maridos.

Situación 1

“Llegué a casa cansado, además estaba preocupado con lo que había oído sobre la reestructuración de plantilla en la empresa, pero mi mujer se empeño en que como no estaban nuestros hijos debíamos tener relaciones sexuales... no tuve erección... éste problema cada vez va a más” “Siempre desea sexo justo cuando más cansado y preocupado me ve”


Situación 2

“Estaban mis dos hermanos y mis cuñadas en casa por que era mi cumpleaños. Mi esposa ridiculizaba mi sueldo, no hacía más que compararlo con el de su hermano que trabaja en la misma empresa que yo. Además siempre que me habla lo hace con un tono que parece indicar que soy tonto.”

Situación 3

Una pareja compra en el mercado del barrio, el hombre apenas interviene pero cuando lo hace es sistemáticamente contestado por la mujer en tono de reproche y para criticar lo que él ha dicho. Este estilo de referirse a él  en público se repite día tras día, en todas las situaciones, ante todo tipo de personas. Constituye un mal trato psicológico.


Estas son sólo tres situaciones, tres botones de muestra, fácilmente observables al menos las dos últimas, que constituyen la realidad lacerante de muchos varones emparejados.

Quizás alguien al leer los párrafos anteriores piense algo así como “pues que no se dejen”, pero esto sería tanto como disculpar los tortazos o los insultos a la esposa sólo por que ella no es capaz de defenderse eficazmente en situaciones en las que sí se defenderían eficazmente otras mujeres.

Tanto hacia hombres como hacia mujeres se da lo que se ha dado en llamar acoso moral, es decir, una sistemática disminución de autoestima, un trabajo constante para que la persona dude de si misma, una infravaloración sistemática que llega a hundir a muchas víctimas no capaces de darse cuenta a tiempo y de rebelarse eficazmente ante esta situación.

Así algunas señoras “trabajan” activamente en provocar disfunciones sexuales en el compañero. Los métodos para ello son variados y fáciles de poner en marcha. Reclamar relaciones sexuales justo cuando observan menor deseo o mayor cansancio en el esposo, pedir posturas coitales que requieren la mejor erección justo cuando se observa que ésta es menor, comparación con antiguos amantes mas duchos en el terreno sexual, etc. son métodos casi infalibles para provocar impotencia o falta de deseo en un hombre emparejado.

En otras ocasiones observamos que la esposa rebate por sistema cuanto diga el cónyuge, señala con aspereza lo torpe que es, le compara con personas de manera y en temas que salga sistemáticamente mal parado... poco importa que al poco rato ella opine lo que él opinó y por lo que se le criticó, igual da que el esposo tenga cualidades en las que destaca por encima de las personas con las que se le compara para que disminuya un poco mas su autoimagen.

Calzonazos, soso, falto de carácter, dominado,... son calificativos que a veces reciben este tipo de hombres que no son mas que víctimas de una mujer cruel. Es como si a esas mujeres que son continuamente vilipendiadas por sus parejas, que son dominadas y maltratadas por sus compañeros aún sin que nunca hayan recibido el más mínimo maltrato físico las calificaramos con adjetivos similares aunque en femenino.

El que algunos hombres se comporten con sus compañeras sentimentales de esta repugnante forma no justifica que no seamos capaces de ver y de denunciar los casos en los que la víctima es el hombre y el verdugo la mujer. En nuestra opinión los malos tratos psicológicos de mujer a hombre son tan frecuentes, aunque mucho mas negados, como los de hombre a mujer.

ESTEBAN CAÑAMARES
PSICÓLOGO CLÍNICO Y SEXÓLOGO
MADRID 

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